sergiobelluz

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Giverny o el paraíso impresionista.

El jardín es el locus amoenus, el lugar perfecto, la reminiscencia del paraíso perdido donde el hombre-jardinero domina la naturaleza y la razón controla las pulsiones.  Giverny es el paraíso terrenal que Claude Monet (1840 – 1926) creó para poder pintar incansablemente, en los últimos 20 años de su vida, las variaciones de luz en sus flores y en el agua de su estanque lleno de nenúfares – los famosos Nymphéas – que fascinan al visitante con su belleza íntima y sensual.

 

Monet, como muchos de los pintores franceses del siglo XIX, estudió con pasión la luz natural y sus efectos en la visión de la realidad.  Pintó la luz mediterránea en Argelia (1865), la luz del océano en la costa atlántica de Normandía (1865), la del río Támesis en Londres (1870) – donde además conoció los exquisitos paisajes ingleses de Constable y Turner, de suma importancia en su pintura –, representó la luz del Sena, en Argenteuil, un pueblo cerca de París, muy de moda para la burguesía y los pintores de la segunda parte del siglo XIX (donde Monet pasó cuatro años, de 1872 a 1876, pintando los barcos en la dársena), la de Vétheuil (1880), otro pueblo a la orilla del Sena, donde trataba de pintar el mismo lugar un día de invierno y un día de verano, con escarcha, con niebla o con el sol del mediodía.

 

También fueron de gran importancia, para los pintores franceses en general y para Monet en particular, las dos importantes exposiciones de arte japonés que tuvieron lugar en París: la de 1867, durante la Exposición Universal y la de 1890, en la Escuela de Bellas Artes, que, además de hacer conocer el refinado arte japonés del paisaje, impulsó una nueva moda tanto en la ropa como en la decoración.

 

MONET Y GIVERNY

 

Cuando Monet llega a Giverny, en 1883, sólo era un pequeño pueblo de 300 habitantes entre París y Deauville, en Normandía, una región en la costa atlántica francesa.  Allí encontró una finca de 9600 m2 con agua y una casa muy luminosa con grandes ventanas que daban a un jardín todavía por hacer.

 

En 1890 Monet puede por fin comprar la casa y el terreno, que alquilaba.  Poco a poco, llena su jardín de flores y de plantas exóticas, y profundiza sus estudios sobre la « instantaneidad ».  En 1898, empieza a pintar los primeros nenúfares de su famosa série de Nymphéas, en parte inspirado por la fotografía, en parte por el arte japonés del paisaje.  En 1914, Monet hace construir, además, un amplio y luminoso taller para poder pintar los enormes cuadros del último período de los Nymphéas.  Desde las primeras obras con el puente japonés y más tarde, en 1907, cuando se concentra sólo en el agua y en las flores, son en total más de 250 cuadros inspirados por los jardines de Giverny.

 

Porque en realidad, la propiedad de Monet en Giverny está compuesta por dos jardines distintos.  El primero es el de la casa, lleno de flores repartidas en más de 60 platabandas, un césped y una larga glorieta de rosas.  Cada uno de los largos arriates fue adornado de una sola variedad de flores para crear bloques de colores.  El segundo se encuentra al otro lado de la carretera, Monet lo compró más tarde, en 1893.  Para este jardín de agua, el pintor creó un gran estanque de estilo oriental rodeado de peonías y de bambúes, y puso un puente japonés, tradicionalmente de color rojo, que el mismo pintó en verde para que se integrara a la sinfonía de colores que quería crear.

 

EL JARDÍN Y LAS OBRAS

 

Hoy en día, la casa taller y los dos jardines de Monet en Giverny pertenecen a la Fondation Claude Monet (http://fondation-monet.com/).  Giverny está abierto al público de abril a octubre.  Hay que reservar con anticipación, porque viene un promedio de 450.000 visitantes cada año!  Y es que Giverny es un lugar de peregrinaje para los admiradores del pintor que revolucionó el arte universal con sus técnicas – rapidez de ejecución, importancia del gesto, captación del instante – y abrió nuevos caminos artísticos, que iban a dar paso al action  painting y a la abstracción lírica de los años 50.  Pero no sólo eso: Monet supo también emocionar a un público popular con la armonía y la belleza de sus serenos y apacibles nenúfares.

 

Giverny se encuentra a una hora de París.  El mejor período para las visitas es durante el verano, particularmente en los meses de julio y agosto, cuando hace calor y el jardín llega a su perfección.  Hay compañías que organizan tours en buses desde la capital:  la agencia France Tourisme (www.francetourisme.fr), cerca de la Plaza Saint-Michel, propone un tour de cuatro horas y media en las mañanas. Otra compañía, Cityrama (http://www.pariscityvision.com/fr/), ubicada cerca del Museo del Louvre, propone un tour de un día, que incluye primero una visita al pueblo de Auvers, donde Van Gogh pasó los últimos meses de su vida, y luego completa el tour con la visita de Giverny.

Los aficionados de la obra de Monet no encontrarán, lamentablemente, ningún cuadro del pintor en Giverny, pero pueden completar la visita a su casa taller y a sus jardines con una recorrida por los dos museos de París donde está expuesta la mayor parte de su obra :  el Museo Marmottan Monet ( http://www.marmottan.fr/), que conserva 75 cuadros del pintor, muchos de la serie de los Nymphéas y que es también el museo del movimiento impresionista, y el museo d’Orsay (http://www.musee-orsay.fr/), que conserva 73 de sus obras.  Los otros museos en el mundo que poseen una colección importante del pintor son el Metropolitan Museum de Nueva York, el MFA de Boston y el Chicago Art Institute, con unos 30 cuadros respectivamente.

 

©Texto y fotografía: Sergio Belluz, 2015.

 

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25/05/2015
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